lunes, 30 de julio de 2012

POR QUÉ ME GUSTA LA POLÍTICA

Las bromas y refranes que circulan en torno a la política son innumerables y, la mayor parte de ellas, con un sesgo peyorativo que contribuye a desprestigiarla aún más de lo que ya lo está. Desde lugares comunes como el ya trilladísimo "todos los políticos son iguales/corruptos", a comentarios llenos de ingenio como el también muy conocido "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."  que el gran Groucho Marx parece que tomó prestado de Ernest Benn.

Respecto a la relación de la corrupción con la política, un tema que da para escribir un artículo enciclopédico, siempre he sintetizado mi pensamiento con esta sentencia: quien cree que todo el mundo puede comprarse, es que también está dispuesto a venderse. Es evidente que los casos de corrupción actuales han influenciado enormemente en la situación de tremenda desafección que atravesamos, pero lo que muchos ciudadanos no parecen dispuestos a aceptar es que la descomposición ética de los políticos que la han practicado sería imposible sin el concurso de la propia sociedad. 


Pero más allá de estas reflexiones, son pocas las ocasiones en las que las personas que hemos decidido dar un paso adelante y tomar parte activa en el ejercicio político explicamos los motivos o razones que nos llevaron a ello. Opino que es interesante conocerlas porque de esta manera podemos comprender mejor la labor de las personas que dedican un tiempo muy importante de sus vidas a la materia y también su trayectoria. Así pues, voy a explicaros mis argumentos y, si no os gustan, a diferencia de Groucho y sus principios, no tengo otros.

Al margen de que en un país democrático de alguna manera todos somos políticos en algún momento de nuestras vidas, tomar la decisión de afiliarme al PSOE no es algo que sucedió de la noche a la mañana. Quienes me conocen saben que siempre me habían interesado estas cuestiones y que mi inclinación por estudiar derecho, aparte de otros motivos, estaba estrechamente relacionada con mi interés por la política.

A los 18 años, en mayo de 1995, tras darle muchas vueltas a las repercusiones que podía tener en mi vida esa decisión (a la vista están hoy) me planté en la sede del partido en Palma de Mallorca. Ante la estupefacta administrativa que no podía creer que un joven quisiera ser miembro de la formación en un momento especialmente delicado como ese, rellené los datos del formulario y a las pocas semanas me llegó el carné de militante.

El razonamiento fue, más o menos, el siguiente: "creo que la sociedad en la que vivimos puede y debe mejorar, y puedo contribuir de dos maneras: con los actos que realizo en mi propia vida y/o a través de un partido político". Sin perjuicio de que es imposible estar 100%  de acuerdo con TODOS los postulados políticos de un partido en concreto o, mejor dicho, con los de su dirección, el PSOE era quien más se acercaba a las ideas que tenía sobre la justicia social, la igualdad de derechos y la de oportunidades. Además, tenía ya un familiar muy cercano que militaba en él y eso inclinó la balanza definitivamente.

Fue a través de las Juventudes Socialistas como conseguí implicarme de manera más directa en la labor política. Nos reuníamos varias veces por semana para plantear alternativas a lo que entendíamos que eran los problemas principales de los jóvenes de aquel entonces. Recuerdo montones de tardes e incluso noches con l@s compañer@s, trabajando en mil y un proyectos algunos de los cuales no llegaban a ningún sitio y otros hasta podían llegar a buen puerto. No eran pocas las veces que renunciaba a quedar con mis amigos porque tenía actividades políticas que realizar, pero ellos siempre lo aceptaron, aunque no todos lo entendían.


Mucha gente, probablemente debido al carácter privado de muchos actos del partido en aquellos años, desconocía la labor que llevábamos a cabo la mayor parte de sus militantes. Todavía hoy existe la idea de que todos los integrantes tienen estupendos sueldos con cargo al erario público o bien financiados por la propia formación. Eso no es así. En el caso de mi partido regional, el PSIB-PSOE, nadie que no sea personal administrativo o técnico tiene un salario y  el de los que lo tienen, lo pagan sus propias (y paupérrimas) arcas. 

Si la actividad política de mi formación es factible es porque miles de personas dedican su tiempo de manera desinteresada (con el coste económico de pagar las cuotas) a la labor política. La mayor aparte de ell@s, ciudadan@s anónim@s sin cargo institucional y, en muchas ocasiones, tampoco orgánico, que luchan por defender una idea en la que creen y por la que están dispuest@s a realizar sacrificios personales, familiares e incluso económicos. 

Creo que no me equivoco si afirmo que la mayoría de individuos que he conocido han desempeñado esa tarea durante gran parte de su trayectoria política, en un momento u otro.  

Por supuesto que existen también trepas, oportunistas y bribones que se aprovechan del trabajo de otros y tratan de utilizar con un fin personal y/o lucrativo, y nunca con vocación de mejorar la realidad que nos rodea, a la política. Están en todas las capas de la sociedad y los partidos políticos no iban a ser menos. Pero, al contrario de lo que suele creerse, se les detecta rápidamente y no suelen prolongar mucho su periodo de actividad precisamente por ese motivo. Así y todo, sigo abogando porque la transparencia y la participación permiten erradicar con mucha más celeridad este tipo de conductas.

En cualquier caso, para mí, la política es la herramienta con la que puedes convertir en posibles cosas que se tienen por imposibles; la que permite, incluso hoy en día a pesar de su desprestigio, que en todos nosotros siga plantada la esperanza de que puede existir un futuro mejor; la que cuando se utiliza en su acepción más pura ética y semántica, ennoblece a las personas que la practican y facilita la vida de sus destinatarios; finalmente, la que debe obligarte a desear para los demás las mismas facilidades y oportunidades que deseas para ti mismo.

Eso es lo que entiendo por política y el motivo por el que a pesar de que hoy en día no sea la actividad más prestigiosa, ni la más agradecida, sigo creyendo en ella y en los hombres y mujeres que dedican algunos de los mejores años de sus vidas a compartir y desplegar esa idea. Es evidente que, a tenor de la imagen que tenemos y de la reputación que ostentamos, tod@s debemos esforzarnos muchísimo más por devolver a esta palabra el significado que merece. Quizás pensaréis que es un objetivo imposible. Por eso me metí en política.


2 comentarios:

  1. Me ha encantado la entrada Pablo, por eso mismo me interesa a mi la política y debería interesar a todo el mundo. Luchar por los imposibles y ayudar a lxs ciudadanxs.
    Enhorabuena, sigue así porqué tú lo haces y bien, debes sentirte orgulloso.
    Un abrazo amigo,
    Jordan.

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  2. Gracias a todos aquellos que luchan verdaderamente por un mundo mejor aunque pocos les crean si es verdaderamente sincero, todo está dentro, nadie lo sabe más que tú mismo, ahí esta la cosa.

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