jueves, 11 de junio de 2015

POR QUÉ LO LLAMAN HONOR CUANDO QUIEREN DECIR ODIO

El espectáculo de las negociaciones para conformar gobiernos de progreso en muchos ayuntamientos y comunidades autónomas, ha comenzado. Se acabaron las declaraciones altisonantes en tertulias y ruedas de prensa. Ya no caben tuits ingeniosos ni campañas en las redes sociales encaminadas a enardecer las hordas. Ahora se negocia el futuro de millones de personas en el país y cada partido será juzgado en función de su posicionamiento. 


Es público y notorio que la formación Podemos ha afirmado que no formarán parte de gobiernos que estén presididos por socialistas, si bien han matizado después que depende de lo que decida cada organización regional a través de sus bases. El motivo para vetar a esas personas no está relacionado con la honradez, la capacidad, las ideas o el historial de los candidatos presidenciables del PSOE, como cabría pensar. El motivo, sencillamente, es que son del PSOE. Y, con eso, es suficiente.


Curiosamente, si el ejecutivo en cuestión tiene integrantes socialistas en función de consejeros o regidores, no parece que haya inconveniente alguno para compartir aventuras políticas. El problema son las presidencias de las instituciones. 




Y son un problema para los estrategas podemitas, porque ellos saben muy bien que el poder que emana de los gráficos en los que se dibujan los gobiernos de las CCAA y municipios, en los que siempre se pone el color y logotipo del partido que los preside aunque sean de coalición, constituye un balón de oxígeno para los socialistas. Y ellos no quieren que el PSOE respire. Quieren que se asfixie.


Porque Podemos no quiere sustituir al PSOE. Podemos quiere ser el PSOE. Y para poder serlo, antes debe matarlo. Y no puede matarlo si éste sigue vivo presidiendo comunidades, capitales y municipios importantes. 


No importa que las similitudes programáticas entre ambos lleguen a porcentajes tan elevados que casi parecen absurdos (si bien es Podemos quien ha modificado sus programas, no el PSOE). Da igual que, por ejemplo, los antecedentes socialistas en Madrid (capital y comunidad), Baleares (incluido el Ayuntamiento de Palma de Mallorca) o Valencia (ciudad y comunidad) no fueran desastrosos y se caracterizaran, aún con sus errores, por ser gobiernos progresistas.


En nada influye que el PSOE haya sido la lista más votada entre todas las opciones de izquierdas en esas instituciones que pretende gobernar y que, en aquellas que no lo ha sido, no tenga inconveniente en apoyar a la lista con más apoyos, siempre y cuando sean partidos u opciones progresistas. 


Sencillamente, Podemos odia al PSOE. Porque el PSOE es todo lo que le gustaría ser pero, de momento, solamente les llega para ser Izquierda Unida. Es lógico, teniendo en cuenta que una gran parte de sus dirigentes proviene de esa formación. Al parecer, en el tránsito de una a otra no solamente se trajeron sus bártulos sino que también les acompañaron los rencores, los complejos y la envidia que siempre nos han profesado.


Esos complejos que explican que, en los debates parlamentarios, los diputados de IU  sean incapaces de aplaudir intervenciones brillantes de portavoces socialistas. Pero que luego te reconozcan en privado que les ha gustado mucho y que si no han aplaudido es porque "nuestra gente lo hubiera visto mal." 




Por supuesto, a la inversa, no son pocas las veces que desde la bancada socialista se aplaude a diputados de otros grupos parlamentarios, Izquierda Unida incluida. 

Quizás lo que le ocurre a Podemos es que saben que son fruto de una situación coyuntural excepcional y que, si esa situación desaparece, también lo hará su razón de existir. En realidad, no les interesa que haya un gobierno que cubra los intereses sociales de los ciudadanos siempre que no sean ellos, porque eso supone corroborar que no tienen la exclusiva en cuanto a las políticas que buscan la equidad y la justicia social. 

Y, claro, cuando te has pasado varios años diciendo que solamente tú eres capaz de resolver los problemas, cuando te has cimentado sobre una falacia que incluso algunos de sus máximos dirigentes reconocen falsa, como que PSOE y PP son lo mismo, cuando lo que has hecho ha sido sembrar el odio y el rencor contra el prójimo de manera sistemática, resulta casi imposible después actuar con otros principios rectores que no sean los que te han aupado al tercer lugar en el mapa político. 


Por eso Podemos no debe justificar su actual posicionamiento como una cuestión de honor u honradez. No hay honor alguno en el veto a los demás cuando han obtenido más apoyos que tú y proponen lo mismo que tú. No es honorable descartar por cuestión de estrategia política a un partido cuando la finalidad debería ser ayudar a mejorar la sociedad en que vivimos, si no puedes o no quieres liderar tú esa responsabilidad. No pueden hablar de honor cuando lo que nubla su razón y su lógica es el odio. 

Un odio irracional, rencoroso, y que acabará consumiéndolos. Quizás lo que deberían hacer es eso. Empezar por reconocer que aquello que dicen que es honor es odio.

Llamar a las cosas por su propio nombre es un buen comienzo para un diálogo sincero.