lunes, 16 de marzo de 2015

SI LA VIDA FUERA UN VIDEOJUEGO

A menudo me gusta pensar cómo sería la vida si transcurriera exactamente igual que en los videojuegos. 

Me fascina la idea de que pudiéramos volver atrás cada vez que cometiéramos un error y comenzar de nuevo la partida, con la barra de energía bien cargada y todas las herramientas preparadas. Porque de esta forma sabríamos dónde se esconden los obstáculos, los enemigos que nos acechan y  dónde están los tesoros ocultos. 

Tendríamos más tiempo para poder conocer a las personas mejor y saber cuáles valen la pena y con cuáles es mejor no cruzarse. Trataría de hacerlo bien donde lo he hecho mal e intentaría dejar alegría donde he generado tristeza.  

Y, si tan solo quisiera tomarme un pequeño descanso, apretaría el botón de pausa para luego continuar tranquilamente sabiendo que todo va a permanecer en el mismo lugar.

Sería genial poder afirmar: "Hoy voy a pasarme este día con un perfect".


Si la vida fuera como un videojuego, podríamos curarnos de las enfermedades comiendo setas y hongos que se cruzan con nosotros por la calle. Nos haríamos más grandes, más fuertes y nuestra salud se recuperaría sin depender de nuestra capacidad económica, de la codicia de las compañías farmacéuticas, ni de quienes hacen un negocio a costa de la salud de los demás. 



En mi vida, si fuera como en un videojuego, cargaría todos los trucos y pokes que pudiera para tener vidas, salud y dinero infinitos. Se lo aplicaría a las personas que quiero para que pudiéramos estar juntos sin más preocupaciones que cómo empleamos el tiempo sin límite del que disponemos. No tendría que sufrir por su pérdida y, si discutiéramos, podríamos hacer las paces siempre que quisiéramos. 

Aprovecharía para viajar por el espacio con naves increíbles que van más allá de la velocidad de la luz y volvería después para contar lo que he visto, como el replicante Nexus 6 de Blade Runner.

Podríamos editar el mundo y sus escenarios a nuestro antojo. Así, cuando ya estuviéramos cansados de ver siempre el mismo desierto o las mismas montañas, lo modificaríamos para que el día fuera la noche o la noche el día. Que donde antes había tierra hubiera agua, o que donde había arena hubiera selva. 

También podríamos cambiar nuestro aspecto y usar por un día (o los que quisiéramos) peinados imposibles, largas barbas y ropas estrafalarias.



¿Qué haría si la vida fuera como un videojuego? Un día sería Messi, para saber cómo se siente cada vez que corre con el balón pegado a los pies mientras cien mil gargantas aúllan su nombre. Al siguiente, sería un luchador de artes marciales. Daría patadas voladoras a cinco metros de altura y volteretas hacia atrás como si nada. 

Cuando me cansara me convertiría en piloto de caza; o capitán de submarino; o en un cyborg gigante. Quizás sería PacMan durante un tiempo, para que los fantasmas me persiguieran hasta que comiera fruta y pudiera perseguirlos yo a ellos. 

Eso sí, nunca elegiría ser una pieza del Tetris. Lo de estar girando sobre mí mismo constantemente para tratar de encajar lo mejor posible con otras piezas no me acaba de convencer...;-)



Si la vida fuera un videojuego, el amor sería algo casi perfecto, indestructible y eterno. Pero antes deberíamos rescatar a nuestros seres queridos de la guarida de un malvado dragón, del local de un gángster o de las garras de la propia muerte. 

Aunque la recompensa sería enorme, porque sería el pasaporte a una vida feliz para siempre jamás, en la que bellos atardeceres junto al mar contemplan a la pareja, ensimismada mientras una emotiva melodía acompaña la bucólica escena.




Por todo eso y muchas cosas más, a veces uno desearía que la vida fuera como un videojuego en el que nosotros controláramos el mando y no fuéramos el títere de nadie. Para poder ser, en definitiva, más divertidos, más originales, más imaginativos. Mejores. 

Porque no puede haber nada mejor que ser el dueño de tu propia realidad y conseguir modificarla y vivirla como a ti te gustaría, y no solamente con el personaje que nos han asignado que, aunque sea bueno, no lo hemos elegido y tiene sus limitaciones. 

Así jugaríamos todos.