lunes, 30 de junio de 2014

LO QUE SÉ DE PEDRO SÁNCHEZ

Ahora que ya es candidato oficial para ser el próximo secretario general del PSOE, circulan todo tipo de opiniones e informaciones sobre el origen y apoyos de la candidatura de Pedro Sánchez. Como siempre sucede cuando una persona genera semejante repercusión mediática, se entremezclan las informaciones erróneas con aciertos; se confunden bulos con realidades y se facilitan por parte de hagiógrafos y calumniadores todo tipo de exageraciones en una u otra dirección. 

Naturalmente, tratar de esclarecer todo lo relativo a estas resulta tarea imposible para mí: no dispongo de todas las que se han publicitado, ni tampoco estoy en posesión de una verdad absoluta, cuando muchas de ellas se basan en apreciaciones subjetivas. 

Así pues, pretendo a través de este texto facilitar mi versión de los hechos que he podido obtener de primera mano sobre la candidatura de Pedro Sánchez y su gestación.

Conocí a Pedro la pasada legislatura. Al igual que yo, llegó al Congreso de los Diputados ya iniciada la misma y prácticamente a los dos días de su aparición ya entablé conversación con él. "Me han hablado muy bien de ti, será un placer trabajar contigo desde aquí", fue lo primero que me dijo, y lo escruté con el lógico recelo con el que deben recibirse palabras elogiosas en la política. No sabía si estaba ante alguien excesivamente adulador o, por el contrario, se mostraba tal como era. Pasadas unas semanas comprobé que, por lo que a mí respectaba, era lo segundo. 

Ya con la legislatura más avanzada pude apreciar que, además, no se defendía nada mal en el hemiciclo. Me sorprendió gratamente su agilidad desde la tribuna y recuerdo especialmente una intervención ante Rosa Díez que provocó el enfado de la veterana política, delante de la cual estaba sentado en aquel entonces yo. 

No me pareció extraño, por tanto, que fuera galardonado con el premio al diputado revelación que otorga la Asociación de Periodistas Parlamentarios unos meses después, si bien debo admitir que en mi opinión también lo merecía la compañera Marta Gastón que hizo muchísimas intervenciones brillantes en aquel entonces. 

La legislatura acabó y después Pedro, con quien ya tenía una buena relación y con el que además había viajado a Ceuta junto con un pequeño grupo de compañeros diputados en los últimos meses, fue el encargado de cerrar el acto final de campaña de las elecciones generales de noviembre de 2011 en las Illes Balears. Compartí escenario con él  y posteriormente aquella noche, cuando pudimos hablar con más privacidad, recuerdo su enorme preocupación y sufrimiento ante las encuestas internas que manejaba el partido que vaticinaban lo que sucedió después. 

Sin ir más lejos, los resultados en Madrid le jugaron la mala pasada de dejarle a las puertas del escaño y tuvo que transcurrir más de un año hasta que volvió a ocupar uno cuando Cristina Narbona abandonó el suyo. Durante aquel tiempo mantuve contacto con él a través de mensajes de móvil y en perfiles de las RRSS y me consta que fui de los pocos que así lo hizo de los que habíamos sido sus compañeros de hemiciclo.



Cuando volvió esta legislatura, era una persona más templada y experimentada, a la que el año de "exilio" de la política y el trabajo realizado durante el congreso del PSOE (sin que posteriormente lo hicieran miembro de la Ejecutiva o el Comité Federal) le habían dado algunas lecciones sobre las lealtades y las amistades en la política. En mi opinión, por las conversaciones que pude mantener con él, aquello le hizo más autosuficiente y le demostró que nada está garantizado en este mundo, excepto lo que consigues con tu propio trabajo y ni siquiera así tienes la certeza de que las cosas vayan a salir como esperas.

Pero lo cierto es que ya hacia finales de 2012 y principios de 2013 Pedro comenzó a sonar en las quinielas. Y no lo hizo en los círculos de mayor poder del partido, precisamente, sino que la primera vez que escuché esa posibilidad fue a través de una compañera de escaño, Sofía Hernanz Costa (diputada ibicenca) quien me lo sugirió y que, al igual que yo, ni es miembro de la Comisión Ejecutiva Federal ni del Comité Federal. Ella hablaba únicamente por su propia iniciativa y en cuanto me lo dijo me pareció bien, hasta incluso evidente porque tenía un muy buen perfil, pero también me pareció muy difícil que pudiera hacerse realidad, porque me constaba que las apuestas iban dirigidas hacia otras personas. 

Pasados unos meses, a medida que la deriva del partido se pronunciaba y era evidente que Alfredo Pérez Rubalcaba no podía volver a presentarse como candidato, me atreví a sugerírselo personalmente al propio Pedro. Su reacción no pudo ser más natural: agradeció mis palabras, me dijo que otros compañeros ya se lo habían comentado pero que él, más allá del elogio que suponía aquello, no había pensado en dar ese paso. 

Al parecer, aquello fue incrementándose hasta el punto de que cuando volví a hablar con él, eran tantas las personas que ya le habían planteado esa posibilidad que estaba en disposición de tantear a cuantos compañeros fuera posible para comprobar si valía la pena siquiera intentarlo. Yo, por mi parte, aproveché para realizar algunos sondeos con compañeros de escaño de manera informal. Era a mediados de 2013. Lo cierto es que aunque todos lo veían como una posibilidad lejana o imposible, no hubo ninguno al que le pareciera una mala idea. Hubo incluso un compañero que me dijo jocosamente "Pedro, con ese perfil, debería presentarse a las primarias del Partido Demócrata estadounidense. Es muy kennedyano." No sería la última vez que escucharía comentarios similares. 



Y desde entonces, las cosas comenzaron a evolucionar de manera vertiginosa. Mientras él hizo las funciones de vicecoordinador de la Conferencia Política y se encargó de llevar a cabo sus primeras visitas a territorios para explicar las propuestas surgidas de ésta (entre enero y febrero de 2014), veía como en la prensa o se le ignoraba completamente o había tímidas alusiones a su persona. Recuerdo con ilusión que el Diario de Mallorca lo entrevistó en su visita a Mallorca en enero y cómo le hablé a muchos compañeros de partido de él, que todavía era desconocido para muchos militantes. 

Poco después, comenzó la campaña de las europeas con un reparto de actos entre los supuestos aspirantes  a todas luces desigual. Resulta curioso consultar las hemerotecas y comprobar hasta qué punto era ignorado en los medios y, en cierta medida, también en la organización de eventos electorales. No pretendo que sea una crítica hacia nadie en particular, ya que es cierto que en aquel entonces era, con diferencia, el más desconocido de todos. Pero sí resulta chocante ante las acusaciones que se han llegado a verter sobre si su candidatura era un montaje del aparato del PSOE o, incluso (lo que ya es un despropósito por lo errado del planteamiento) una apuesta particular del propio Rubalcaba. 

Debo decir que durante todo este tiempo en el que el calor de los focos se ha ido congregando en torno a él poco a poco, Pedro ha seguido siendo exactamente la misma persona que conozco desde hace ya casi cinco años. Y que incluso cuando escribo estas líneas ahora que ya es candidato oficial, sigue siendo el amigo y compañero que responde a tus mensajes y llamadas a pesar de tener una agenda de vértigo. 

Por supuesto, los acontecimientos de las últimas semanas han sorprendido a muchas personas, pero no a mí. En primer lugar porque he podido comprobar que la mayor parte de los compañeros que han conocido personalmente a Pedro han podido apreciar sus cualidades. En segundo lugar, porque el trabajo que ha llevado a cabo desde hace más de medio año le ha acercado a muchos militantes y ha permitido compensar la falta de dimensión mediática que conlleva su discreto cargo (que no presencia) dentro del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados y el no ser miembro de la Ejecutiva Federal ni del Comité Federal. Y en tercer lugar, porque en una carrera de la magnitud que ha emprendido, todos los activos cuentan. Desde las capacidades que se le suponen a un líder, a la empatía personal con otros compañeros, hasta la suerte y el saber estar y haber jugado bien sus cartas.


Nunca desde que aposté por él y su candidatura he tenido dudas al respecto de su capacidad y de que es la persona que puede volver a situarnos en posición de gobernar en las próximas elecciones generales. Sus propuestas políticas son conocidas y públicas, no he mencionado ninguna de ellas porque mi objetivo era contar algunas cosas sobre la persona desde mi prisma particular.

Es difícil afirmarlo, sobre todo teniendo en cuenta  los magníficos rivales que tiene para conseguir ser nombrado secretario general del PSOE, pero es posible que de aquí a unas semanas pueda comprobar como lo que empezó como algo diminuto, sencillo, humilde y únicamente armado de ilusión y ganas de trabajar se haya convertido en un proyecto real y con capacidad para cambiar las cosas. 

A veces, por qué no decirlo, la política permite que el despertar de nuestros sueños más audaces y atrevidos pueda superar incluso a estos.