miércoles, 29 de septiembre de 2010

¿CORNUDOS Y APALEADOS?

El título que da entrada a estas líneas tiene su origen en uno de los cuentos recogidos en "El Decamerón" de Giovanni Bocaccio. En él, una señora quiere tener un lío con uno de sus criados. Para asegurar el engaño, le dice a su marido que el criado se ha enamorado de ella y que pretende una cita en el jardín esa noche. El marido se disfraza con las ropas de su mujer y espera en el citado jardín. Mientras, su esposa y el criado dan rienda suelta a sus pasiones durante toda la noche. Finalmente, el criado baja al patio y apalea a su señor, gritando: "¡Desgraciada, traidora, no sólo engañas a mi señor sino que crees que yo también lo iba a engañar!"



Estas últimas semanas, he estado reflexionando sobre el desarrollo de la crisis económica y el comportamiento de ese ente abstracto denominado "el mercado". No me refiero a su comportamiento bursátil o especulador, sino a las reacciones de las caras visibles de ese mercado. A sus portavoces, sus monigotes. Sus medios de comunicación y sus televisiones. Sus grupos de presión.


Es evidente que a estas alturas, la frase de Paul Samuelson respecto a que lo único que sabemos de la crisis es que sabemos muy poco, ha quedado desfasada. Conocemos cuál es su origen. Sabemos quiénes son sus principales responsables. Tenemos datos como para colapsar una computadora cuántica respecto de sus consecuencias en estos dos últimos años. Es cierto que no podemos afirmar cuándo acabará, pero son muchos los países que aseguran ver luz al final del túnel. Quizá esa luz a la que hacen referencia es la de la locomotora que se acerca a toda velocidad, pero esa es una cuestión distinta.



Existe un consenso pacífico según el cual el meollo se inició en EEUU, donde algunas entidades financieras estaban concediendo préstamos hipotecarios con condiciones prácticamente inexistentes. Las conocidas como "hipotecas subprime". En nuestro sistema de economía global, muchos bancos eran propietarios de esas entidades y, a su vez, esos bancos eran propiedad de otros bancos. Cuando los hipotecados no pudieron hacer frente a sus pagos, el desastre financiero se extendió como una fisión nuclear dejándonos el panorama que ya todos conocemos. Luego cada país ha aportado su encanto particular. La burbuja de la construcción y la especulación inmobiliaria ha sido nuestra contribución al mosaico. 



Después de unos años de escuchar y leer toda clase de sandeces sobre el libre mercado, la mano invisible de éste, las supuestas bondades de la desregulación financiera y que el Estado debe mantener sus manazas alejadas de las transacciones bursátiles, es factible formular algunas conclusiones provisionales. En primer lugar, es notorio que muchos de los que citan habitualmente a Adam Smith no han leído una sola línea original del escocés. En caso contrario, sabrían que un inspector de aduanas (ni más ni menos) como él, hablaba también de límites y controles en la desregulación mercantil con el objeto de evitar los abusos que pudieran producirse. En segundo lugar, nunca la máxima de que un problema no puede resolverse de la misma manera que se ha generado tuvo más sentido que ahora. Las políticas desreguladoras y tendentes a disminuir la influencia estatal en la economía generarán de nuevo los mismos desfases. Pero ellos parecen ser los últimos en querer enterarse de estos aspectos. O eso nos hacen creer.



Es aquí donde pretendo entroncar el inicio de este escrito con la perorata que lo precede. Y es que no sólo hemos tenido que asistir a la práctica (no en España *) de políticas denostadas por ellos mismos, como el rescate estatal de bancos y entidades financieras (es decir, pagar con el dinero de todos las deudas de pocos): una vez pasado lo peor para sus intereses, se permiten el lujo de volver por sus fueros dando lecciones sobre lo que es correcto y divino e inalterable y lo que no. Claman que las reformas del sistema financiero serán perjudiciales para todos, cuando todavía es la hora en que deben  demostrar que la actual normativa es beneficiosa no sólo para sus bolsillos; balbucean que la tasa Tobin no supondrá la solución a nuestros males; que la eliminación de los paraísos fiscales es muy difícil de acometer; que, en definitiva, lo que hay que hacer es rebajar el gasto público, olvidarnos de esa quimera conocida como Estado de Bienestar y hacerles caso a ellos, que saben de qué va esto y por algo son los que manejan el capital.



En consecuencia, son los ciudadanos quienes están sufragando los costes de esta crisis en forma de paro, reducción de prestaciones sociales y subidas de impuestos. "Vamos a refundar el capitalismo" dijo Sarkozy, y se quedó tan tranquilo después de semejante brindis al sol. "Hay que acabar con los paraísos fiscales", repetían alienados los integrantes del G-20, tras celebrarse las primeras reuniones de este organismo con conocimiento de la existencia de una cosa llamada crisis. "Van a pagar quienes han sido los responsables de todo esto", rescatando después a bancos y generando un riesgo moral sin precedentes. Dos años después, la percepción es que se ha hecho muy poco para poder concluir que nos encontramos ante un cambio verdaderamente trascendental. Las propuestas formuladas, aunque acertadas muchas de ellas, son insuficientes o están hallando obstáculos (previsibles y conocidos de antemano) para llevarlas a cabo.



A su vez, el fenómeno conocido como globalización ha deparado algunos de los mimbres necesarios como para que esto haya sucedido de tal manera. Si toda economía precisa de unas directrices y unas normas sobre las que establecerse para impedir desmanes, es lógico deducir que una economía global necesita un gobierno global. Una vez admitida la falacia que supone la afirmación de que el mercado se regula por sí solo, hay que dirigir la mirada hacia los organismos de gobierno plural. Descartada la ONU por su rigidez e ineficacia para imponer sus resoluciones (Irak; Israel) salvo con países que ocupan puestos insignificantes en el ránking de PIB nacional, tenemos a la UE. Sancho, con Europa hemos topado.



Es en estos precisos instantes cuando uno se percata de la importancia de las elecciones comunitarias. No de la que resulta indiscutible y obvia a simple vista, sino de la que asoma sutilmente cuando se pretenden políticas comunes en materia de regulación financiera/económica y se descubre la oposición del Reino Unido por temor a perder la preponderancia de Londres como la City por excelencia. Cuando un Parlamento Europeo eminentemente conservador retrasa en la medida de lo posible la aplicación de políticas en materia de energías renovables, para no perjudicar a los lobbys que promocionan y financian las formaciones políticas que lo conforman. En definitiva, que el gobierno común europeo de poco sirve si quienes lo manejan son, precisamente, quienes menos creen en él.


En los otros lados de esta balanza de múltiples brazos, tenemos a los EEUU de Obama y a los países asiáticos. En cuanto a los primeros, hemos constatado que las buenas intenciones de su Presidente han topado con los intereses de las corporaciones más importantes del mundo. El lobby de Wall Street ha dedicado 3,5 millones de dólares a la semana para desprestigiar la figura del líder demócrata durante la tramitación de la reforma financiera. Una reforma cuyo éxito depende, en buena medida, de lo que se haga en Europa y Asia. Y todavía serán necesarios muchos más cambios si lo que se pretende es domar un poco al animal salvaje y peligroso que es el centro financiero mundial.




En cuanto a China y la India, principalmente, el problema es de otra índole. Explicaba antes que la globalización sin gobierno ha supuesto, a simple vista, más perjuicios que beneficios. Como muy bien argumenta mi amigo Antonio Diéguez, difícilmente puede competir la economía europea con países que se lucran con dinero suyo, pero que a cambio otorgan prestaciones sociales irrisorias, cuando no inexistentes, para los trabajadores que generan ese capital. Es un partido completamente desigual. Las reglas del juego que me convienen para ganar dinero y ninguna de sus contrapartidas. La enormidad geográfica de los dos Estados citados les permitirá trasladar sus fábricas por su propio territorio mucho antes de que las reivindicaciones laborales se hayan extendido completamente.



Por lo tanto, el internacionalismo multilateral, esto es, sin el liderazgo de un único país, es absolutamente necesario para solucionar los problemas a los que hago referencia. En un momento en el que asistimos a un debate identitario sobre la socialdemocracia no creo que tengamos que buscar reformulaciones. Más bien debemos reafirmar sus principios y, fundamentalmente, cumplirlos, el aspecto en que falló, en mi opinión, la Tercera Vía. La promulgación y ejecución de una nueva legislación laboral global es fundamental, no sólo por cuestiones sociales, sino para evitar la competencia desleal entre naciones. La regulación financiera debe establecer puentes a ambos lados del Atlántico y del Pacífico que impidan la creación de subterfugios para los capitales sin patria, pero con patrón. Al igual que los tributos o tasas que graven sus transacciones. Por ello, los paraísos fiscales deben desaparecer sin excusa alguna. También hay que establecer principios regulados de sostenibilidad económica, medioambiental y social de obligado cumplimiento y romper las relaciones comerciales con aquellos Estados que se nieguen a seguir su senda. 






Estas reformas globales deben ir acompañadas de modificaciones internas en cada una de las naciones. El actual desequilibrio fiscal que existe en nuestro país ha contribuido a que nos acerquemos peligrosamente a una tasa de transferencia de distribución cero. Eso significa que, alcanzado ese punto, las políticas sociales que perciben los ciudadanos son íntegramente pagadas por sus propias rentas sin que perciban ningún "extra" de otras rentas más altas. En consecuencia, hay que modificar la normativa con el objeto de que los grandes capitales no puedan refugiarse en SICAV's con la impunidad con la que lo hacen, ni tampoco aquellos que deberían tributar al 45% en el IRPF lo hagan al 25% o 30% con sociedades limitadas. Las escapatorias que el entramado fiscal permite suponen un fraude para el sistema y, en consecuencia, repercute directamente en los ciudadanos. Por supuesto, medidas similares deben adoptarse en el resto de Estados para evitar la fuga de capitales.



Es en esta dualidad global/interna donde se tienen que trazar las rutas por las que debemos discurrir. Esta dicotomía ha supuesto hasta ahora una dificultad insalvable para los que han pretendido abordarla, pero nos encontramos probablemente en unos de los instantes en que más conscientes somos de su realidad. Necesitamos personas dispuestas a encabezar la iniciativa de estas reformas. Líderes cuyas convicciones sean tan sólidas como su determinación a llevarlas a cabo, pero también ciudadanos que quieran apoyarlas y creer en ellas. Una vez identificadas todas las piezas en el tablero, sabemos que tras un capital monetario, tras una multinacional, dirigiendo bancos y medios de comunicación, gobernando naciones, se encuentran personas físicas. Seres humanos (me ahorro el sarcasmo obvio) que, a su vez, dependen de otras personas que, a su vez, dependen de más personas y estas otras de más todavía. Depende también de todas ellas, de nosotros, aportar lo que nos corresponde en esta partida si queremos ganarla.


9 comentarios:

  1. Buen ensayo, paso a darte mi opinion discrepante en algunos temas;
    El mercado no es un ente abstracto. En una definición ámplia lo podemos entender como el conjunto de agentes, personas, empresas, instituciones públicas y otros que interaccionamos para dar satisfacción a nuestras necesidades a través del intercambio. El mercado somos todos y cada uno de nosotros. Como ves, en esta definición cabemos todos de una manera muy concreta. El comportamiento del mercado en nuestra economía expresa con nitidez las deficiencias y virtudes de nuestro sistema general de convivencia. Entre sus virtudes; la libertad y las instituciones que regulan y tratan de impedir posibles abusos en el comportamiento de los agentes, en nuestros comportamientos. Entre sus defectos a corregir, la imposibilidad de evitar excesos que periódicamente nos llevan a pequeños agujeros negros y los ángulos ciegos donde se esconden los abusos. Lograr mejorar el mercado y adaptarlo a unas formas más justas y acordes con la ética y los principios que todos consideramos como adecuados es la lucha que debemos continuar. Si no hay mercado, no hay intercambios, y por lo tanto habrá necesidades más o menos básicas que quedarán sin satisfacer, y lo que es peor, su probable alternativa será el abuso de posiciones dominantes y la exclusión de algunos agentes. Más mercado, más profundo, más libre y más eficiente es lo que necesita el mundo, sobre todo el mundo que está al Sur de este planeta visto desde occidente. Si quieres una batalla justa por la que luchar y una injusticia sobre la que avergonzarnos, tan solo tienes que pensar en la falta de mercado a nivel internacional, donde el Sur no puede vendernos sus productos agricolas en libertad, pero si esta obligado a comprarnos nuestros productos manufacturados. La Política Agraria Común Europea es un ejemplo cercano, las subvenciones al ovino en Mallorca son todavía más cercanas. Sabias que en Africa puedes encontrar pollo europeo a precios más baratos que el pollo local?, no te parece extraño que en Europa/España/Mallorca nuestros agricultores produzcan pollos más baratos que en paises donde los agricultores no llegan a ganar un dolar diario?. Los africanos necesitan un mercado mundial más profundo y eficiente, donde no haya subvenciones que engorden a nuestros agricultores a costa de arruinar, en el mejor de los casos, a los africanos.

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  2. Continuo con esa manía de llevar la contraria.
    El venerable y admirado Paul Samuelson, para muchos el mayor y más lúcido economista que ha dado esa ciencia social y seguramente el padre de lo que conocemos como economía moderna, tiene en mi humilde opinión, más razón que un santo. El origen de la actual crisis probablemente será tema de debate durante generaciones, de igual modo que el origen de la mayoría de las grandes crisis anteriores que ha día de hoy suscita grandes controversias entre mentes muy preparadas. Lo que sí conocemos son los detonantes que la desencadenaron en USA y los mecanismos que la propagaron al resto del mundo. Los responsables y sus cuotas de responsabilidad también serán probablemente tema de debate durante mucho tiempo, si bien sí conocemos los agentes que estuvieron el el centro de la explosión. Seguro que ni si quiera te planteas que tú y yo seamos responsables de la actual crisis, cuando yo no lo dudo ni por un instante. Y si deseas apuntar a algo más grande, puedes centrarte como responsables en los que han ido definiendo surante años una estructura economica internacional desequilibrada entre unos EEUU consumidores en exceso financiados por unos chinos con unos tremendos superhabits, y con el resto del mundo, incluidos nosotros, aprovechandonos de esa estructura en cuanto hemos podido. No se me ocurre criticar a todos los que han colaborado en perpetuar esos desequilibrios, porque tranquilamente podríamos haber sido nosotros si hubiesemos estado en su lugar. Todos esperabamos que esos desequilibrios se fueran corrigiendo de una manera ordenada, pero por desgracia, y como dice Samuelson, todavía conocemos demasiado poco los mecanismos de la máquina como para pretender controlarla, y esto no es nada nuevo; ni es la primera ni será la última crisis. Y vuelvo a insistir, caer en la tentación de encontrar al responsable en unos maléficos especuladores o en unos bancos codiciosos nos hace desenfocar gravemente el análisis de un problema complejo. Si estamos de acuerdo en que nuestro sistema es democrático y nuestra economía es de mercado, no puede haber agentes individuales tan fuertes que puedan ser responsables de semejantes desaguisados. Si hay zonas del sistema que pueden desestabilizarlo, y muchas, pero solo cokmo consecuencia de la dinámica general de los agentes en la economía surgirán estas zonas de falla.

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  3. Sobre el consenso respecto a que el inicio de la crisis se gestó en el sector hipotecario de alto riesgo que ellos llaman subprime (simplificando, las hipotecas prime son las concedidas a ingenieros por el 30% del valor del inmueble, y las subprime son las concedidas a inmigrantes con contratos temporales por el 100%), vuelvo al admirado Samuelson; para el inicio de esta crisis no hay consenso excepto en que su gestación fué larga y compleja. El desplome del mercado de hipotecas subprime y su transmisión al resto del mundo solo fué el detonante, y podía haber sido cualquier otro. la propagación se produjo por la deficiente regulación de ese mercado que permitió a través de la ingeniería financiera esquivar los mecanismos regulatorios formando una bomba de relojería de un tamaño que los reguladores no supieron estimar. Fallos en la regulación que por cierto no tuvimos nosotros gracias al rigor de nuestro Banco Central, y en concreto de Luis Angel Rojo. Hay varios artículos del BDE en su Boletin Económico mensual que explican muy bien cuales fueron los fallos del modelo hipotecario americano y el modo en que los problemas se transmitieron a traves principalmente de productos financieros complejos y derivados que estaban en manos de entidades financieras de otros paises, y de inversores particulafres finalistas a través de fondos de inversión.

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  4. En cuanto al riesgo moral, ese si que es la madre de todos los dilemas económicos. Y sobre el riesgo moral en el sector financiero dentro del sistema de mercado que tenemos, es hoy por hoy irresoluble por la propia estructura de un sistema donde el sector financiero es de los pocos que asumiendo unos riesgos considerables no se puede dejar caer. Y por eso es un sector tan regulado, aún y con los fallos de regulación. Por suerte en España no hemos tenido que asistir a grandes rescates que hayan repercutido en las arcas del estado, y no olvidemos que hay otros sectores que sí han tenido rescates fuertes como la automoción o la minería. Ahora bien, la crisis financiera si que nos cuesta un dineral en terminos de financiación de nuestra deuda general, pública y privada, además de otros problemas graves en la circulación interna del crédito. En una economía de mercado el sector financiero siempre estará sujeto al riesgo moral, y por eso es tan importante que la regulación sea efectiva, que no necesariamente grande, pero la definición de esta regulación afecta a los mecanismos de financiación de la economía de una manera que tadavía no somos capaces de entender, de ahí que sea tan complicado ponerse de acuerdo en los detalles.

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  5. Hoy por fin encuentro al salir del despacho el tiempo suficiente para contestar alguno de los comentarios que has realizado.

    Respecto del primero, sabes perfectamente que me refería al mercado en su acepción más financiera y no en la vertiente universal que, con muy buen criterio pedagógico, comentas.


    Eso sí, en lo de el mercado debe ser más libre no sé si te refieres a que todavía precisa de una regulación que lo libere más del control estatal o internacional (jaja...), en cuyo caso no estoy en absoluto de acuerdo, o bien libre en cuanto a que debe expandirse más. Por la continuación entiendo que te refieres a lo segundo. Por descontado, lo que comentas sobre las injusticias que se producen respecto al continente africano y los subsidios a diversas materias que se producen en Europa, hay mucho que comentar, pero eso da para un post nuevo.


    Origen de la crisis. Prácticamente todos los analistas señalan las subprime como el epicentro en el que se genera el terremoto. El consenso es más que unánime. Por descontando, soy consciente que después la exigencia de responsabilidad puede expandirse hasta nosotros mismos en lo personal, pero en absoluto es comparable el grado de responsabilidad de unos y otros. Ellos sí eran los supuestos expertos que deberían haber sido para operar finacieramente con unas condiciones suicidas, mientras que la mayoría de los ciudadanos acudía a las circunstancias que el libre mercado les deparaba, muchos de ellos prácticamente ignorantes en muchos aspectos y, sobre todo, en la capacidad de juzgar sobre la viabilidad de las operaciones que concertaban.


    Luego están las particularidades a las que aludía de cada país, empezando en el nuestro por la especulación inmobiliaria, la ley del suelo de 1997, planes territoriales demenciales y demás.


    Lo que es cierto, es que si conocemos demasiado poco los mecanismos de la máquina, como la denominas como para poder controlarla, es más obvio que nunca que esta no puede controlarse a sí misma...la mano invisible no puede verse, en efecto, pero porque no existe.


    Lo de los agentes individuales que puedan ser responsables de semejantes desaguisados nunca lo he defendido por sí sólo. Ha sido con la total connivencia de los Estados que se ha producido esta debacle. La falta de regulación y de controles, de manera totalmente deliberada, ha propiciado el caldo de cultivo. No hubieran existido subprime con otra regulación. Como muy bien indicas, la regulación española ha impedido que estemos hoy todavía más jodidos de lo que estamos.


    Por lo que respecta al riesgo moral, hemos tenido ejemplos de todas las clases. Desde bancos y países que han sido rescatados, hasta entidades financieras y/o empresariales que no lo han sido. En mi opinión, los países no pueden entrar en la comparación ya que se sabe que nunca pueden quebrar, pero tendremos que establecer medidas de control más exigentes para que no se produzca lo de Grecia. En cuanto a los bancos lo tengo muy claro. Que la entidad se pudra y ni siquiera se nacionalice; que se borre de la faz de la economía; y que se establezca una tasa con carácter universal para todos los bancos con la que se puedan recuperar los ahorros de los ciudadanos. Establecer los mecanismos de transparencia necesarios para que esa tasa no se repercuta de ninguna manera en la población, so pena de sanciones dolorosas económicamente. En la regulación y la transparencia está buena parte de la clave para solucionar algunos de los problemas.

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  6. Hola Pablo, vamos con otra vuelta de tuerca.
    En el debate de mayor libertad de mercado o mayor regulación, yo creo que el papel de la regulación en los mercados, financieros, de bienes o servicios, es imprescindible principalmente con el objetivo de que las operaciones y transacciones se realicen en igualdad de oportunidades. Y tan peligrosa es la falta de regulación como su exceso. Regular puede crear distorsiones en el mercado que resulten más perjudiciales que el beneficio que se desea obtener, y tanto los perjuicios como los beneficios son siempre impredecibles debido a que los agentes de mercado modificasn su comportamiento ante la regulación. De ahí que sea tan dificil regular. estoy de acuerdo con que el sistema financiero necesita mejor regulación, pero no se si eso es igual a mayor regulación. Ejemplos de regulación ineficiente para todos las tenemos en todos los sectores. Uno muy de moda lo tenemos en el sistema de precios regulados del sector energético. Especialmente peligrosa es la regulación comercial, sobre todo la que deriva en políticas proteccionistas seguramente bienintencionadas políticamente hablando, pero que mercantilmente pueden resultar desastrosas.
    El asunto de la injusticia internacional en las relaciones comerciales y financieras, simplemente es una verguenza que clama al cielo, y expresa una hipocresía intolerable por parte de los paises occidentales que hablan de democracia y libertad de oportunidades en casa y luchan por sus cotas de poder autoritario en las relaciones con el mundo en desarrollo. Stiglitz tiene varios libros famosos y amenos que dejan en evidencia estos asuntos.Intermon Oxfam tiene también estudios sangrantes al respecto.
    El Origen de la crisis; insisto, el matiz es importante. Origen no es lo mismo que detonante, amplificador o transmisor. Sobre el origen no hay consenso. Krugman lo explica muy bien en el artículo del pasado fin de semana. y no lo hay, porque la economía es una ciencia social compleja que a pesar de su apariencia de exactitud adornada con un aparejo matemático que impresiona, no deja de estar sujeta a el infinito número de variables que afectan al comportamiento de las personas. Analizar cual ha sido el origen es crucial para establecer la manera correcta de afrontar el problema, y enfocar erroneamente en el mercado hipotecario americano implicaria equivocar las medidas.
    En españa no tuvimos ingeniería financiera con el sector inmobiliario, y aún así el modelo era insostenible y la burbuja avocada a la explosión. Aún sin Subprime, hubiramos reventado por algún lado. En Japón en lso 90 tampoco hubo desmadre Subprime y tambien se metieron en un problema que dura ya 20 años. Todo esto no implica que no haya que reparar el roto del mercado hipotecario a base de mejor regulación e incentivos, simplemente digo que con eso no evitaremos otro episodio de crisis.

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  7. Respecto al riesgo moral en el sistema financiero, la gran madre de todas las batallas, lo que te pide el cuerpo es dejar caer al que no evaluó bien sus riesgos, y que se pudra. No obstante, eso ya se ha probado en varias ocasiones, y siempre terminó en desastre. La última fué el amigo Bernanke con Lehman Bros., y fijate donde estamos. Anteriores episodios desastrosos lso tienes en USA en los 80, en la crisis del 29, y en los pánicos financieros de finales de siglo XIX en Europa. Además, la política de dejar caer es valuarte de los que defienden el más puro libre mercado, donde la destrucción creativa del amigo Schumpeter se encargará de sustituir los malos gestores por nuevos emprendedores. Por desgracia, crisis graves mediante.
    No obstante, ahí tienes un debate interesante; si el sistema financiero está ineludiblemente sujeto al riesgo moral en la economía de mercado, se podría entender que en alguna, mucha o toda medida es un bien público. En esta burda simplificación que he perpetrado se sustenta el debate sobre la nacionalización el sistema financiero, establecer tasas o cualquier otro mecanismo de control de la distribución del benefico
    Respecto a la responsabilidad, lo que creo que es importante es que todo el mundo asuma y entienda su papel en lugar de descargarlas totalmente en invisibles ingenieros financieros. Francamente no creo que haya nadie capaz de determinar quien es más responsable entre promotores, banqueros, ingenieros financieros, reguladores, agecias y consumidores eufóricos. Tampoco creo que sea importante, excepto por entender que todos somos componentes de un engranaje que ha generado la burbuja. Si no adquirimos esta conciencia, volveremos a repetir el error tantas veces cometido.

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