jueves, 13 de junio de 2013

Carta al compañero Joaquín Almunia.

Querido Joaquín,


No nos conocemos. O, al menos, estoy seguro de que no tienes constancia de mi existencia aunque haya estrechado tu mano en un par de ocasiones. Sin embargo comparto contigo militancia en el Partido Socialista Obrero Español y en la supuesta defensa de las ideas que se asocian al mismo.


El motivo por el que te escribo esta misiva es mostrarte mi preocupación y confusión ante lo que son las palabras de una persona a la que admiro y respeto enormemente desde el plano intelectual y político. 

Sé que eres un hombre que has luchado desde hace más de cuatro décadas por los derechos de los más débiles; por implantar una sociedad en la que todas las personas tuviéramos oportunidades de prosperar en ella sin que nuestro patrimonio económico y/o familiar fuera un elemento diferenciador decisivo; por la instauración y asentamiento de la democracia en nuestro país. Por todo ello mereces, como decía, admiración y respeto.


Sin embargo, en ocasiones, especialmente en los últimos años, no acabo de reconocer en las palabras que se te atribuyen al luchador incansable que tanto ha dado por los valores del socialismo democrático. Es probable que esta apreciación se deba a una errónea comprensión por mi parte de los acontecimientos, ya que tu experiencia, preparación y sabiduría superan, con mucho, las mías. Es posible que el mensaje de tus palabras me llegue distorsionado a través de la distancia que separa Bruselas de Madrid y de la aún mayor que separa a los medios de comunicación de los políticos. Pero lo cierto es que muchas de tus afirmaciones me han dejado perplejo en estos tiempos.




Dentro de tu extenso y formidable currículum se encuentra tu condición de Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios desde el 24 de abril de 2004 al 10 de febrero de 2010. Es decir, el máximo responsable en materia económica de la Unión Europea, un cargo que considero nada desdeñable. Por otra parte, desde el pasado 10 de febrero de 2010 ocupas la Vicepresidencia de la Comisión Europea y eres Comisario Europeo de la Competencia. Se trata, sin duda, de ocupaciones que se encuentran a la altura de quien las ostenta. 


Pero precisamente por ese motivo, porque considero que tú, que militas en el partido socialista y eres historia viva del mismo, tu consideración de que el rescate de Chipre estaba justificado y que "de alguna forma, los ciudadanos tienen que contribuir a rescatar entidades financieras", me parece de difícil encaje desde una perspectiva socialista. 

Afirmas que el caso de Chipre es excepcional porque se trata de un paraíso fiscal. Forma parte de la UE desde 2004, exactamente el año a partir del que tú comienzas a ejercer tus funciones como Comisario de Economía. Y quizás se deba a que excedía de tus funciones cierto control de la economía, ejercicios financieros y fiscalidad de los países miembros, lo desconozco, sinceramente, pero también desconozco que durante todos estos años hayas realizado algún esfuerzo por combatir la existencia de paraísos fiscales no ya en el mundo, sino en el seno de la propia UE. Sabes perfectamente que los mismos son contrarios a toda solidaridad y esfuerzo fiscal para los países de su entorno. 


Porque, con todo el respeto que soy capaz de atesorar para decirte esto, de un socialista que tiene tamaña responsabilidad, espero muchísimo más que únicamente se dedique a vociferar los dictados de carácter neoliberal de una Comisión Europea marcadamente conservadora. Espero propuestas e ideas alternativas que permitan la salvaguarda de los derechos de los  ciudadanos y no de las finanzas que finalmente resultan protegidas. 

Otro tanto debo señalarte respecto a tus declaraciones sobre la reforma de las pensiones. Comprendo perfectamente tu preocupación por la sostenibilidad de nuestro sistema, pero las medidas que parecen dictarse desde el ámbito europeo hablan exclusivamente de un aumento de la edad de jubilación y de una nueva definición de ese índice de sostenibilidad. Nada he escuchado por tu parte respecto a que deben aumentarse las ayudas para fomentar el empleo joven desde la propia UE como medida para fomentar el aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social que permitan esa sostenibilidad ya mencionada. Más bien he comprobado que han tenido que solicitarlas otros  socialistas en tu presencia sin que todavía conozca cuál es tu posicionamiento al respecto. 





Siento decirte que también me decepcionan tus palabras respecto a las preferentes. No porque no tengas razón al afirmar que otros europeos no tienen el deber de pagar los errores de las entidades crediticias españolas, pero sí porque sostienes que si debe compensarse a los ciudadanos que han sido afectados por las estafas bancarias, el dinero debe salir del propio Gobierno español. ¿Desde cuándo eres partidario de socializar pérdidas de sectores financieros? 


Pienso que, al parecer, quedan lejos los tiempos en los que en tus debates en el Congreso de los Diputados como ministro de Trabajo y Seguridad Social buscabas las fórmulas para garantizar la continuidad del sistema pero no a costa de la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas. Puedes afirmar en tu defensa, y con razón, que los tiempos han cambiado, pero precisamente por eso de quien ostenta tan altas responsabilidades espero que comprenda también que han cambiado los modos, pero no los objetivos. Y esos son los que pareces haber perdido por el camino que lleva hacia Bruselas. 


También reflexiono y me pregunto si lo que sucede es que, sencillamente, has dejado de creer en el socialismo democrático como solución a las desigualdades y abusos del sistema. Es perfectamente posible que así sea y estarías en tu derecho de hacerlo. O que, dentro de tu alto concepto de la responsabilidad, pienses que se anteponen tus deberes de Comisario de todos los europeos y no de todos los socialistas.

Pero entonces pienso que si los políticos únicamente estamos en nuestros puestos para trabajar con criterios técnicos y no políticos, no hay democracia que valga, porque esta se sustenta desde la divergencia ideológica, el debate de ideas y la puesta en práctica de las mismas. No siguiendo los dictados de grupos de intereses cuyo único fin responde a un mandato económico y no social. 

Sé que jamás llegarás a leer estas líneas y que no tendremos ocasión de discutir sobre las mismas. De que puedas decirme en qué aspectos me equivoco (en muchos, supongo) y qué informaciones me faltan para poder tener una visión más correcta sobre esta cuestión. Pero, en cierto modo, te debo como socialista que lucha por un mundo mejor y más justo una reflexión en voz alta como la que figura en este espacio. Fuisteis personas como tú las que consiguieron con sus logros que otras como yo nos dedicáramos a la lucha de las ideas a través del ejercicio democrático. No querría pensar que la influencia de tus palabras actuales que cito ejerciera el mismo efecto en sentido contrario.


Con afecto, en Palma a 13 de junio de 2014.


No hay comentarios:

Publicar un comentario